Esta mañana asistí a la puesta en escena de un esperpento: una mujer contra un sistema.
Hagamos la presentación: la primera trabajadora en un mundo de hombres, menospreciada, aislada, y finalmente expulsada del parnaso.
Según su empresa, el acoso moral es toda conducta, práctica o comportamiento, realizada de forma sistemática o recurrente en el seno de una relación de trabajo, que suponga directa o indirectamente un menoscabo o atentado contra la dignidad del trabajador, al cual se intenta someter emocional y psicológicamente de forma violenta u hostil, y que persigue anular su capacidad, promoción profesional o su permanencia en el puesto de trabajo, afectando negativamente a su entorno laboral.
Dice la trabajadora que todo eso le ha pasado. Quizás no se tiene en cuenta porque la definición de su empresa habla de un trabajador, no de una trabajadora. Quizás; o no.
Lo cierto es que uno a uno todos reconocen su dedicación al trabajo, las gónadas que no tiene (la naturaleza le ha puesto otras distintas), y sobre todo su valentía. Pero conjuntamente, detrás del acosador. No todos, pero si muchos y, aunque te asombres, muchas.
Tan valientes todos y todas que..., eso será la segunda parte, cuando llegue.