La primera es que, con poco o mucho seguimiento, con piquetes o sin ellos, con o sin masillas, pegamentos, invitaciones a sumarse y picarescas varias, hoy en día sólo los sindicatos tienen el suficiente poder de convocatoria para poder parar el país, en mayor o en menor medida.
La segunda es que causa grima que quienes defienden la Constitución como norma invariable y garantía de la convivencia hayan atacado a los sindicatos sin tregua y sin ganar prisioneros. Olvidan que en nuestro ordenamiento jurídico son organizaciones sociales de relevancia constitucional (Tribunal Constitucional, Sentencia 67/1985). Otra cosa será discutir a los dirigentes sindicales, o a los sindicatos convocantes, pero confunden el orto con las témporas, y democracia con gustos propios.
La tercera es que para convocar una huelga no hace falta invocar al espíritu de Gila: que sepáis que en tres meses y medio nos vamos de huelga; que queremos hacérsela a Mariano y a Gerardo y no a vosotros; portaros bien y modificar el Real Decreto en el Congreso y/o Senado; que habéis subido el IVA y el IRPF y no nos quejamos; que no patrocinéis a los amarillos contra nosotros, que no son buena compañía como se ha visto; que el día 29 de septiembre preferiríamos estar en Bruselas y no aquí. En fín, que cuando no hay mata no hay patata, y ganas son de escarbar.
La cuarta es que dice Méndez que hay que retomar el diálogo social. El Gobierno encantado, total quien cerró el diálogo social fueron los sindicatos. Como decía mi abuela, de la cama sales de espaldas, pero vuelves de cara.
La quinta es que ya sabemos que la reforma laboral y la mercantil (esa Ley de Sociedades Mercantiles que ha entrado en vigor casi de puntillas, pero en vigor) no está sirviendo para casi nada.
La sexta, que ni el equipo de Gobierno ni el equipo de la Oposición guardan arma alguna para sacarnos del atolladero. Nos hemos gastado lo que no teníamos, y ni ahora tenemos para pagarlo ni para financiarlo. Y seguimos con el acelerador a tope.
A modo de conclusión rápida, la situación crítica sólo se puede superar con un verdadero diálogo y confianza entre todos los que vivimos en este país. Dicho así parece que estoy parafraseando a Zapatero, pero mientras las grandes empresas ganen mas trimestre a trimestre, inmersas en una economía transnacional (lo de "global" me suena a bluff) en la que pasan de CEOE y similares; mientras todas las demás economías ancladas en España se empobrezcan día a día, quienes estamos perdiendo somos todos los ciudadanos que vivimos en España.
Por eso, si seguimos creyendo en la democracia y la Constitución , la única salida son elecciones anticipadas, y que quienes de verdad tengan capacidad de servicio y de sacrificio se presenten e intenten liderarnos para sacarnos de ésta. Y que la partitocracia lo permita. Y que los que ahora son y están se abstengan.