Es el momento de decidir qué hacer con las ideas que como geiser calatravo afloraron en mitad de la campaña electoral oficial, es decir, al amparo de la Junta Electoral Central, porque fuera de ese período los profesionales de la política le han cogido gustito al autobombo y la parodia a cualquier hora.
Es el momento de seguir haciendo visible el descontento inadvertido hasta ahora. El viernes, sábado para el Boletín Oficial del Estado, tomó cuerpo la reforma mas radical del modo de entender las relaciones entre empresarios y trabajadores. No hablo de sindicatos de clase, que en su afán de conservar sus prerrogativas han quedado fuera de los mecanismos de verdadera regulación de las condiciones de trabajo. Va a ser la consecuencia de admitir que el Gobierno se las haya mantenido por ley en lugar de buscar la legitimación cada día en los centros de trabajo y en las colas del Inem. Otros están dispuestos a ocupar su lugar, y lo hacen, sin que se advierta que algunos ostentan el color amarillo como distintivo. Es responsabilidad de quienes les votan, pero también de quien les han abandonado.
Parece necesario recordar que en los bastiones del movimiento obrero preso del desencanto y la desilusión, los fascismos siempre han encontrado el caldo de cultivo para germinar sus semillas de odio y rencor. La reforma potencia el modelo de empresario de "esta es mi casa y si no te gusta mi casa, tienes la puerta abierta, que siempre habrá alguien que haga lo que ordeno". Las semillas han quedado esparcidas.
Por lo demás, el símbolo sigue visible, al menos hoy. Y la tarea, el afán, debe continuar sin desfallecer.
Para los no avisados: llamo geiser calatravo a un curioso fenómeno geológico que se viene produciendo en los últimos años al perforar el subsuelo en la zona volcánica del Campo de Calatrava buscando agua para riego cada vez a mayor profundidad. Los gases encerrados entre las capas de terreno empujan las aguas con una inusitada fuerza hacia el exterior, y hubo un sondeo que estuvo expulsando agua, arenas y gases durante meses, pero lo normal es que sólo dure unos días, y cuando termina no queda ningún agua, y hay que seguir perforando.
Un recuerdo a Lorenzo Bocafragua, que en una noche "salvadoreña" en pleno Campo de Calatrava, hablaba de ello con la pasión desdeñosa de quien sabía que en nuestra tierra, también en su Tomelloso, tenemos arranques de caballo de pura raza y paradas de burro de carga.

